viernes, 29 de julio de 2011



CUANDO TENÍA 6 AÑOS…
                                        

Mucho trabajo por acá, Mamá-
Como siempre, a las corridas...
Haciendo piruetas para salir temprano de casa y llegar a tiempo al colegio ¡Ay el cole ma!
Parece perseguirme con un montón de exigencias y cosas que cumplir.
Yo corro, procuro salvarme pero me tira del pelo, me sienta  y, a estudiar.
No me quejo, solamente te cuento.
Además, de qué voy a quejarme si terminar 5º año no es nada en comparación con otras cosas
Mucho  más graves.
Yo te quiero, mamá.
Y por qué te quiero no es tan pesado mi trabajo.
Por eso me digo: hay alguien que espera y confía en vos, no la defraudes; ¡agarrá ese libro, esa tabla
Periódica y deja tanta pereza!!
No sé si será pereza, tristeza o cierta melancolía...
¡No te asustes! Pero es que tengo 17 años y me haces tanta falta como a los 6 , cuando me dejaste en primer
Grado.
En realidad, fue la mamá de Belén la que me dejo en la fila de 1º, porque tampoco ese día pudiste estar,
Pero de todos modos yo te imaginé allí, diciéndome que no tuviera miedo, que me portara bien, que te esperara junto
Al árbol de la salida.
Y fue la mamá de Belén la que me encontró, recostada, sobre el gran árbol.
Y otra vez me tomó de la mano y me llevó.
No dije nada, yo fui como si hubieras sido vos.
Pero no era tu perfume, mamá.
No era tu mano fina la que tomaba para cruzar la calle.
Ya ves, todavía recuerdo todo aquello...
Yo te quiero, mamá. Eso creo y necesito creer todos los días cuando me levanto, y preparo el desayuno como
Hace 8 años.
Aunque ahora ya no se me queman las tostadas, mamá.
Ya aprendí, hace tiempo que aprendí.
Aprendí a maquillarme, a limpiarme las uñas, a caminar con zapatos altísimos...
¡Si me vieras!
Ensayo miradas y sonrisas. Y también en esos momentos te recuerdo, casi a mi lado, casi cerca de todo lo que me pertenece.
Te falta poco para llegar a mí, pero no llegas nunca y yo espero.
Y ese “casi tan cerca” parece convertirse en “cada vez más lejos”.
Y mi espera es desesperación callada.
Estoy cansada de tu repetida ausencia.
Cada vez me resulta más difícil reconocer el tono de tu voz entre tantas “segundas mamás” que habitan dentro de mí.
Y detesto esos recuerdos invadidos por la mamá de Belén.
¡No pudieron ser tantas! ¿Dónde estuviste? ¿Dónde estuve yo para
Vos todo este tiempo? Yo te quiero, mamá.
Cuatro palabras que repito y dirijo no sé a quién, todavía hoy,
Cuando te sueño llamando a mi puerta y pronunciando mi nombre.
Lo único que me diste. Un nombre cortito, fácil, frágil, que en cualquier momento se desvanece.
Aunque si eso ocurre, tampoco vas a estar para impedir que me diluya como una gota de agua en medio del mar.      

No hay comentarios.: