domingo, 31 de julio de 2011





Aquí la verdad y la esencia de todo


El trabajo que realizas en ti mismo, no es un objetivo,
es un proceso que dura toda la vida.
Todos viajamos interminablemente a través de la eternidad ,
y el tiempo que pasamos en este plano de acción
sólo es un breve instante.
Decidimos venir aquí para aprender lecciones
y trabajar en nuestro crecimiento espiritual y para expandir
nuestra capacidad de amar.

No hay un momento adecuado ni un momento inadecuado
para llegar ni para partir.
Nos vamos cuando hemos terminado nuestra tarea espiritual.
Venimos para aprender a amarnos más y para compartir ese amor
con todos los que nos rodean.
Venimos a abrir nuestro corazón a un nivel mucho más profundo.
Nuestra capacidad de amar es lo único que nos llevamos al irnos.

Si tuvieras que partir hoy, cuánto amor te llevarías?”

Louise



El tamaño de las personas


Una persona es enorme para uno, Cuando habla de frente y vive de acuerdo a lo que habla, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente.

Es pequeña cuando solo piensa en sí misma, y le hace creer a los otros que piensa en ellos, cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando no apoya, cuando abandona a alguien justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que es más importante entre dos personas: la Amistad, el compañerismo, el cariño, el respeto,
El celo y asimismo el amor.

Una persona es gigante cuando Se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo… cuando trata de entenderte aunque no piensen igual.

Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de sí misma.

Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Cuando quiere quedar bien con todos, cuando maneja a la gente como un titiritero y lamentablemente siempre hay gente que no tiene convicciones y se deja manejar….

Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir, en un corto espacio de tiempo.

Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande.
Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo.
Una decepción puede terminar con el respeto por alguien…de muchos… Una acción correcta puede enaltecer a otros.

Es difícil convivir con esta elasticidad:
Las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos. Ya que nosotros no juzgamos a través de centímetros y metros, sino de acciones y reacciones, de verdades o falsedades, de expectativas y frustraciones.

Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra.

El egoísmo unifica a los insignificantes, a los perdedores, a los falsamente llamados diplomáticos.

No es la altura, ni el peso, ni la belleza, ni un título o mucho dinero lo que convierte a una persona en grande… Es su honestidad, su decencia, su amabilidad y respeto por los sentimientos e intereses de los demás.

Por su sensibilidad sin tamaño…

 William Shakespeare

viernes, 29 de julio de 2011


ES TIEMPO DE DEJARTE VOLAR


Hoy tengo que abrir mis manos y dejarte volar,
pero cuanto me cuesta... soñé que eras solamente mío,
que me pertenecías, hasta que un día  abrí los ojos y el niño ya no estaba:
un  muchacho delgado e informal ocupaba su lugar.
Allí donde había juegos, encontré música moderna.
Las figuritas coleccionables estaban tiradas y en su lugar una jovencito  sonreía
desde su portaretrato blanco.
Busco en el fondo de tus ojos el brillo del pícaro travieso que me rodeaba con sus brazos y me prometía
que siempre me iba a necesitar.
Encuentro otro brillo, distinto, el del chico que me pide que lo comprenda, que lo siga
acariciando y lo cuide, pero que no lo cele ni lo agobie,
que no lo oprima ni lo asfixie.

Y entonces comprendo, hijo mío...


Es hora de dejarte VOLAR.
 1994 ... A mi GALÁN 
                     ANOCHE DEJASTE TU MOISÉS...

Esta mañana armé tu cama con sábanas impecables llenas de muñequitas: ya tienes tu lugar.

Mientras la preparaba, comprendí que nunca más usarías ese moisés tan bonito que te acunó
Durante estos seis meses.

El moisés que vi cuando apenas comenzabas a moverte dentro de mí.

El cambio debería haber sido antes pero, de manera silenciosa, me negaba a reconocer que mi pequeña
Ya no era un bebé.

¡Como cuesta dejarte crecer!!!  ¡Soltarte...!
Cuando lo estrenaste, te resistías a olvidar tu nido de nueve meses.

Y persistentemente, a cada rato, te empecinabas en  hacer chocar tu cabecita contra él.

Recuerdo que apenas podías  girar de lado a lado.
Anoche usaste por última  vez tu moisés  y, en estos seis meses, estrenaste sonrisas, caricias.
Indescifrables Ta - Ta  dedicados a todo lo que se cruza con tu mirada.

Anoche dejaste tu moisés. Hoy estrenas tu cuna de bebita.

El tiempo se escapó  volando y lo único que crece despacito es tu pelusa rubia y rebelde.

¡Qué difícil es permitirte crecer!!!!
¡Qué fascinante es poder verte hacerlo!!!!
  1980… A MI PRINCESA                 



     AMIGO


   No sé cómo decirte , amigo,
   lo mucho que te quiero
   y todo lo que yo te necesito.

  Te quiero porque te veo alegre.
  Y porque con humor escuchas mis palabras
  y soportas mis largas confidencias.

  Te quiero porque te acercas con respeto
  aceptas mis silencios o mis gritos,
  me animas cuando caigo
  y me impulsas en mis sueños.

  No te escandalizas de mi pecado
  ni me condenas por mi limitación.

 Te necesito, hermano.

 Para recibir tus consejos,
 para entregarte lo que tengo,
para compartir mi fe,
 para decirte lo que siento ,
 y para cantar junto a tí.

Gracias , amigo mío ,
por la trasparencia de tu corazón,
y porque  a través de ti.

       Puedo ver amplia, serena, alegre y nítida
una gran sonrisa del mismo Dios.


CUANDO TENÍA 6 AÑOS…
                                        

Mucho trabajo por acá, Mamá-
Como siempre, a las corridas...
Haciendo piruetas para salir temprano de casa y llegar a tiempo al colegio ¡Ay el cole ma!
Parece perseguirme con un montón de exigencias y cosas que cumplir.
Yo corro, procuro salvarme pero me tira del pelo, me sienta  y, a estudiar.
No me quejo, solamente te cuento.
Además, de qué voy a quejarme si terminar 5º año no es nada en comparación con otras cosas
Mucho  más graves.
Yo te quiero, mamá.
Y por qué te quiero no es tan pesado mi trabajo.
Por eso me digo: hay alguien que espera y confía en vos, no la defraudes; ¡agarrá ese libro, esa tabla
Periódica y deja tanta pereza!!
No sé si será pereza, tristeza o cierta melancolía...
¡No te asustes! Pero es que tengo 17 años y me haces tanta falta como a los 6 , cuando me dejaste en primer
Grado.
En realidad, fue la mamá de Belén la que me dejo en la fila de 1º, porque tampoco ese día pudiste estar,
Pero de todos modos yo te imaginé allí, diciéndome que no tuviera miedo, que me portara bien, que te esperara junto
Al árbol de la salida.
Y fue la mamá de Belén la que me encontró, recostada, sobre el gran árbol.
Y otra vez me tomó de la mano y me llevó.
No dije nada, yo fui como si hubieras sido vos.
Pero no era tu perfume, mamá.
No era tu mano fina la que tomaba para cruzar la calle.
Ya ves, todavía recuerdo todo aquello...
Yo te quiero, mamá. Eso creo y necesito creer todos los días cuando me levanto, y preparo el desayuno como
Hace 8 años.
Aunque ahora ya no se me queman las tostadas, mamá.
Ya aprendí, hace tiempo que aprendí.
Aprendí a maquillarme, a limpiarme las uñas, a caminar con zapatos altísimos...
¡Si me vieras!
Ensayo miradas y sonrisas. Y también en esos momentos te recuerdo, casi a mi lado, casi cerca de todo lo que me pertenece.
Te falta poco para llegar a mí, pero no llegas nunca y yo espero.
Y ese “casi tan cerca” parece convertirse en “cada vez más lejos”.
Y mi espera es desesperación callada.
Estoy cansada de tu repetida ausencia.
Cada vez me resulta más difícil reconocer el tono de tu voz entre tantas “segundas mamás” que habitan dentro de mí.
Y detesto esos recuerdos invadidos por la mamá de Belén.
¡No pudieron ser tantas! ¿Dónde estuviste? ¿Dónde estuve yo para
Vos todo este tiempo? Yo te quiero, mamá.
Cuatro palabras que repito y dirijo no sé a quién, todavía hoy,
Cuando te sueño llamando a mi puerta y pronunciando mi nombre.
Lo único que me diste. Un nombre cortito, fácil, frágil, que en cualquier momento se desvanece.
Aunque si eso ocurre, tampoco vas a estar para impedir que me diluya como una gota de agua en medio del mar.      

jueves, 28 de julio de 2011





RENDIRSE JAMAS.

Nuestra vida está llena de sueños. Pero soñar es una cosa
y ver qué hacemos con nuestros sueños es otra.

Por eso, la pregunta es, qué hicimos, qué hacemos
y qué haremos con esa búsqueda llena de esperanzas
que los sueños, ellos, prometieron para bien
y para mal a nuestras ansias.

El sueño del que hablamos no es una gran cosa en sí mismo:
una imagen de algo que parece atractivo, deseable
o por lo menos cargado de cierta energía propia o ajena,
que se nos presenta en el mundo del imaginario.
Nada más y nada menos.

Pero si permito que el sueño me fascine,
si empiezo a pensar “qué lindo sería”,
ese sueño puede transformarse en una fantasía.
Ya no es el sueño que sueño mientras duermo.
La fantasía es el sueño que sueño despierto;
el sueño del que soy consciente, el que puedo evocar,
pensar y hasta compartir.
“Qué lindo sería” es el símbolo de que el sueño se ha transformado.

Ahora bien, si me permito probarme esa fantasía,
si me la pongo como si fuese una chaqueta
y veo qué tal me queda, si me miro en el espejo interno
para ver cómo me calza y demás…
entonces la fantasía se vuelve una ilusión.
Y una ilusión es bastante más que una fantasía,
porque ya no la pienso en términos de que sería lindo,
sino de “cómo me gustaría”. Porque ahora es mía.

Ilusionarse es adueñarse de una fantasía.
Ilusionarse es hacer propia la imagen soñada.

La ilusión es como una semilla: si la riego, si la cuido,
si la hago crecer, quizás se transforme en deseo.
Y eso es mucho más que una ilusión,
porque el “qué lindo sería” se ha vuelto un “yo quiero”.
Y cuando llegó ahí, son otras las cosas que me pasan.
Me doy cuenta de que aquello que “yo quiero”
forma parte de quien yo soy.

En suma, el sueño ha evolucionado desde aquel momento
de inconsciencia inicial, hasta la instancia en que claramente
se transformó en deseo sin perder el contenido con el cual nació.

Sin embargo, la historia de los sueños no termina aquí;
muy por el contrario, es precisamente acá,
cuando percibo el deseo, donde todo empieza.

Es verdad que estamos llenos de deseos, pero estos
por sí mismos no conducen más que a acumular
una cantidad de energía necesaria para empezar el proceso
que conduzca a la acción. Porque…
¿qué pasaría con los deseos si nunca
llegaran a transformarse en una acción?

Simplemente acumularíamos más y más de esa energía interna
que sin vía de salida terminaría tarde
o temprano explotando en algún accionar sustitutivo.

Si un sueño permanece escondido y reprimido
puede terminar en un deseo que enferma, volviéndose síntoma;
y aún si con suerte no llegara a somatizarse el deseo sin acción
es capaz de interrumpir toda conexión pertinente
con nuestra realidad de aquí y ahora.

El deseo es nada más y nada menos que la batería, el nutriente,
el combustible de cada una de mis actitudes.

El deseo adquiere sentido cuando soy capaz
de transformarlo en una acción.

El deseo me sirve únicamente en la medida en que se encamine
hacia la acción que la satisfaga. Nuestra mente trabaja en forma
constante para transformar cada deseo en alguna acción.

Cada cosa que yo hago y cada cosa que decido dejar de hacer
está motivada por un deseo, pueda yo identificarlo o no.

Jorge Bucay