ES TIEMPO DE DEJARTE VOLAR
Hoy tengo que abrir mis manos y dejarte volar,
pero cuanto me cuesta... soñé que eras solamente mío,
que me pertenecías, hasta que un día abrí los ojos y el niño ya no
estaba:
un muchacho delgado e
informal ocupaba su lugar.
Allí donde había juegos, encontré música moderna.
Las figuritas coleccionables estaban tiradas y en su lugar una
jovencito sonreía
desde su portaretrato blanco.
Busco en el fondo de tus ojos el brillo del pícaro travieso que me
rodeaba con sus brazos y me prometía
que siempre me iba a necesitar.
Encuentro otro brillo, distinto, el del chico que me pide que lo comprenda,
que lo siga
acariciando y lo cuide, pero que no lo cele ni lo agobie,
que no lo oprima ni lo asfixie.
Y entonces comprendo, hijo mío...
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