VIOLETAS PARA NADIE.
Las miro,
profundamente azules, con un olor que trepa y se columpia en mi recuerdo.
Violetas. No se me ocurre ninguna palabra para decirte; ni gracias, ni son muy
lindas. Nada. Mis manos tiemblan y los menudos pétalos se mueven como si un
aire pesado los moviera. Un aire que viene de calles caminadas sin apuro,
envueltos tu y yo en un silencio en nada parecido a éste de ahora. Un aire que
viene de tardes con signos descifrables por la paciencia lenta y amiga de la
ternura. Un aire que viene de veranos con oleajes tibios en el cauce celeste de
la sangre. Mi voz y mis palabras se han quedado en aquel tiempo. Las busco
ahora, buceando en un océano de letras como peces escurridizos. Las busco para
dártelas y mi voz se niega, mi voluntad se niega, todo mi cuerpo es una
negativa.Yo no sabía, creeme que no lo sabía, me he dado cuenta ahora. Pensé
que era amor lo que hacía resignarme a la monotonía de nuestros días. Que el
amor había hecho que aprendiera a callar las súplicas. Que el amor me había
convertido en esta casi-piedra que ni siquiera pretendía llamarte demasiado la
atención. Te reías cuando te reprochaba la escasez de caricias, de palabras que
enunciaran lo que sentías por mí. Todo estaba sobreentendido, no había nada
nuevo que decir; y repetir lo que se había dicho antes, era una cosa tonta,
innecesaria.Te reías cuando los ojos se me llenaban de lágrimas al ver cómo
negabas, con un leve y rítmico movimiento de cabeza, el reclamo del chico o de
la florista para que le compraras un ramillete. Porque ése no, no era para
ellos, sino para mí. Iban quedando huecos dentro de mi ser: un hueco para
llenar con flores, un hueco para llenar con palabras, un hueco para llenar con
ternura. ¿No notaste que en vez de una mujer tenías a tu lado un abismo
profundo?
¿No notaste que en
vez de una mujer tenías a tu lado el latido veloz de los vientos?
¿No te diste cuenta
de que a tu lado quedaba solamente la sombra de aquella que reía apretando tu
mano y haciendo repicar las cristalinas agujas de la lluvia?.
¿Pudo engañarte mi
contorno material, la armazón que paseaba mis vestidos por la casa ordenada, el
mecanismo perfecto de mis manos peinando mis cabellos y retocando el polvo
sobre mi nariz?.
La que te amaba, la
que secaba su llanto con tu mirada, la que se iluminaba cuando sembrabas besos
como estrellas lustrosas sobre su piel… aquella que te dejó libar su néctar e
injertar en su tallo la savia de tus ramas… se ha escapado de mí, ya no soy
ella…. No te he engañado: ahora acabo de darme cuenta. Ahora mismo apretando en
mis manos este ramo de violetas. Ahora, mirándolas, profundamente azules, con
un color que trepa y se columpia en mis recuerdos. No se me ocurre ninguna
palabra para decirte, ni gracias, ni son muy lindas. Nada. Porque la ceniza cae
sobre menudos pétalos. Y has comprado violetas, sí, pero muy tarde.
Violetas para nadie.
Poldy Bird.
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