miércoles, 5 de agosto de 2015


Delmira Agustini

(1887/10/24 - 1914/07/06

 Escritora uruguaya

Nació el 24 de octubre de 1887 en Montevideo, en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Uno de sus abuelos era francés, otro era alemán y sus dos abuelas uruguayas. A los cinco años sabía leer y escribir correctamente, a los diez componía versos.

Cursó estudios de francés, música y pintura con maestros privados y envió colaboraciones en prosa a la revista La Alborada que se publicaba por entonces en la capital.

Autora de una obra poética que contó con la aprobación elogiosa de sus contemporáneos. En El libro blanco (Frágil) de 1907 el primero y más extenso de sus poemarios publicados, ya aparecen poemas que sorprenden por su madurez. Otros títulos de Agustini son Cantos de la mañana (1910); Los cálices vacíos (1914) y el publicado tras su muerte, El rosario de Eros (1924). Todos ellos recogidos en Poesías Completas.

Tras dejar a su antiguo novio, Amancio Sollers, y después de un largo noviazgo con Enrique Job Reyes, un negociante de ganado caballar, contrae matrimonio en el 14 de Agosto de 1913 (entre los testigos de la boda se distinguen Juan Zorrilla de San Martín y Manuel Ugarte, de quien Demira se había enamorado poco antes de casarse y a quien unos meses después ella le diría que "él había sido el tormento de su noche de bodas"). Antes de cumplirse mes y medio de celebrada la boda, abandona a su marido y entabla demanda de divorcio.

De inmediato mantiene correspondencia amorosa, con el escritor argentino Manuel Ugarte. Su ex-marido (pues se les había concedido el divorcio, el 5 de junio de 1914), da muerte a Delmira en Montevideo el 6 de julio de 1914, de dos balazos en la cabeza (o según otros a puñaladas), y de inmediato se suicida pegándose un tiro.

Obras

El libro blanco — (1907)
Cantos de la mañana — (1910)
Los cálices vacíos — (1913)
El rosario de eros — (1924, póstuma)
Los astros del abismo — (1924, póstuma)
Correspondencia sexual — (1969, póstuma)

Intima

Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul...
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.

Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mi misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.

Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.

Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.

Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo...
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.

¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.

Imagina mi amor, mi amor que quiere
vida imposible, vida sobrehumana,
tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.

Y cuando frente al alma que sentía
poco el azur para bañar sus alas
como un gran horizonte aurisolado
o una playa de luz, se abrió tu alma:

¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante
el imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a dios, al sol, la flor, el aire
¡la vida toda porque tu eras vida!

Si con angustia yo compre esta dicha,
¡bendito el llanto que manchó mis ojos!

¡Todas las llagas del pasado ríen
al sol naciente por sus labios rojos!

¡Ah! tú sabrás mi amor; mas vamos lejos,
a través de la noche florecida;
acá lo humano asusta, acá se oye,
se ve, se siente sin cesar la vida.

Vamos más lejos en la noche, vamos
donde ni un eco repercuta en mí,
como una flor nocturna allá en la sombra

me abriré dulcemente para ti.


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